“[...] La aparición de novísimos poetas en la escena literaria puneña, sobre todo en estos últimos años, es un hecho innegable. No se trata, claro está, de una fulgurante y prolífica pléyade que resucite o reedite una mítica (y para siempre perdida) edad de oro; no obstante, todavía no se puede aseverar que estamos frente a los deplorables especímenes de la decadencia (el beneficio de la duda). [...]”. (Yudio Cruz)
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VÍSPERA
Carnaval de ojos dactilados y grandes
que aguarda el cálido abrigo de la noche.
Los cascabeles buscan voces
para el paso de soñolientas partituras.
Los espejos dibujan las sonrisas
de los trajes íntimos de la fiesta.
Las frías veredas son paredes calcinantes
del intercambio de fundas y espadas desdeñosas.
Las coloridas cometas orillan el bolsillo de la noche
observado por los temoresos astros distantes.
Y así es el beso de la noche genésica y pausada.
ALBA
Los astros huyen al ver a los más juguetones
con relucientes carcajadas saliendo del lago.
Las calles se desmelenan de tristeza y silencio ínfimos
en el inmenso laberinto de colores y rumores de sus pasos
buscando regocijo en el atavío pordiosero de los trajes.
La ciudad gallea arengas para despertar al mundo.
Y la virgen va suavizando su manta y su mirada
para el nuevo brinco de la mañana al atardecer.
UNIVERSO
Los prados despertaron en tus ojos
como genésico universo o alfabeto nuevo.
Tu santuario en llamas besó mi sombra palpitante
mis pasos descalzos y mi carne en pedazos.
Mañana cuando despiertes horizontes
el verbo danzará para hilvanar los polos.
Y yo me quedaré junto a la última noche de febrero
sin tus palabras que inventaron mi nombre.
Luis A. Incacutipa (Ácora, Puno, 1978) El 2006 obtuvo el Segundo Premio en la IX versión de los Juegos Florales de la FCEDUC (UNA).
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I
Se ha secado en tu mirada
la idea de llover tiernamente
sobre esta burda osamenta
que cuelga de tus trenzas.
la idea de llover tiernamente
sobre esta burda osamenta
que cuelga de tus trenzas.
Se ha quemado
tu sombra,
tu dulce forma de soledad,
ese lugar donde cada tarde
mueren mis silencios.
tu sombra,
tu dulce forma de soledad,
ese lugar donde cada tarde
mueren mis silencios.
VIII
Abriré la ventana de mi silencio
para plantar
la misma rosa del primer día.
Les hablaré a los niños
Les hablaré a los niños
de la frescura de tus calles mojadas
y de las redondas maneras de descansar tus manos
sobre las letras que te piensan.
Comentaré a todos,
las veces que me hiciste caminar
por cada gota
de esos aguaceros imperdonables.
Hablaré de los poetas que siempre vistes de azul
Hablaré de los poetas que siempre vistes de azul
y del nuevo idioma que tejes
en el viento.
XVII
/1
XVII
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Tú decías:
Yo era la mujer
Yo era la mujer
que dejaba su cartera
en los parques por un libro de letras.
La que tenía el maquillaje rosado
La que tenía el maquillaje rosado
y dejaba caer una gota de mi voz.
La que miraba con ojos de madre
La que miraba con ojos de madre
y bañaba de agua tibia tu niñez...
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Quizá
mis lentas manos al tocar el violín
me aparten de ti.
Pero
Pero
mírame
hasta traer la primavera.
pero es viernes
y mi corazón caerá
como una alcancía de rosas
que tus manos no tomaron.
Vicente Ytusaca (Azángaro, Puno, 1982) Ha publicado la plaqueta Señales de la ausencia, de donde extraemos los poemas.
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I
A veces la lluvia
se esconde en tus ojos
y a mí
se me olvida
que tu dibujaste
la primera sonrisa
se esconde en tus ojos
y a mí
se me olvida
que tu dibujaste
la primera sonrisa
y mi corazón caerá
como una alcancía de rosas
que tus manos no tomaron.
XV
Si sólo el viento
copiara
la silueta de tus ojos
las aves sabrían
que hoy
los versos habitan las páginas
y
y
QUE
los pasos no alcanzan
mientras
te espero
en cada letra de tu nombre.
XXII
Cuando llegues
ondeando tu rojiza cabellera
FORASTERA como nada en este mundo
ondeando tu rojiza cabellera
FORASTERA como nada en este mundo
NO te extrañe desandar estas calles
que reducen la ciudad
a un mercado de a kilo medio
de moneda en el bolsillo
de oropeles que a medianoche se exhiben
entre libros y trago barato.
T A L V E Z
A L G U I E N
que reducen la ciudad
a un mercado de a kilo medio
de moneda en el bolsillo
de oropeles que a medianoche se exhiben
entre libros y trago barato.
T A L V E Z
A L G U I E N
con la emoción de acariciar
el billete anaranjado
desastille una sonata a Foucault
o rasque un huaynito a Reinaga,
el billete anaranjado
desastille una sonata a Foucault
o rasque un huaynito a Reinaga,
SABES
que humedecida por tu beso
la lluvia llega a limpiar
el eclipse de estas calles.
Glinio Cruz (Ácora, Puno, 1987) Publicó A la sombra de tus párpados (2007); los poemas pertenecen al mencionado libro.
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