“La naturaleza misma,
con sus elementos en constante equilibrio y sintonía, es la que alimenta el
imaginario del autor, volviendo su poesía fecunda y dotándola de plasticidad y
ternura transparentes”. (Paul Valenzuela Trujillo)
BESOS
DESHABITADOS
Mi
amor, si estás pastando
sola
y muy deshabitada nuestros besos,
no
le cuentes a nadie,
porque
al amanecer
vendré
saltando los orificios de mi quena.
Si
estás desierta y con miedo,
agárrate
del brazo del río silencioso
para
que palpiten las montañas
al
verte junto al viento.
Yo
te quiero en el sepulcro
de
mis palabras,
porque
sueño festejando tus sueños,
porque
tienes labios de polvareda
y
porque la luna te vela muy cerca.
FLOR
DE LUNA LLENA
Florecita
de tuna postergada,
déjame
brincar en la orilla de tu corazón.
¿Te
acuerdas?
Habíamos
quedado vernos
antes
que el sol de trigo
llegue
a mojar sus tristezas
al
riachuelo de tierra
que
muere.
Yo
te esperé cantando
los
gritos del agua
y
en la hoja ávida de los pisonaes
he
dormitado pensando en ti.
Quería
sentir tus caricias de níspero
junto
al ocaso de los carrizales.
Florecita
de luna llena,
¿acaso
en el camino de tunas y cactus
te
perdiste buscando mariposas de acuarelas?
HERIDAS
DEL CAMINO
Llévame,
llévame,
en
tus alas de aguardiente, llévame;
para
que este corazón sembrado
ya
no sea olfato del dolor.
Ay,
siwarqinti sepultado,
si
tocaras mi corazón de coca
adivinaras
el día de mi muerte.
Pajarillo
de quinua,
ayúdame
a mirar sin el rabillo de mis ojos.
Pajarillo
de mil almas quemadas,
toca
tu charango y cantemos nuestra despedida
porque
de mañana estarás solo en las faenas.
Las
cuerdas del arpa
se
ahogan en sus lágrimas rotas
a
la hora rabiosa del destierro,
por
eso mi verbo insurgente
tiene
sed de calvarios.
Cuando
procuren embestir mi nada
vengan
a ver el grito de mi señal.
Porque
en la música dorada de los trigales
está
la doctrina de mis auxilios.
Pajarillo,
nuestra vida es un ritual telúrico.
Anda
dile a tus hermanos del ocaso
que
nuestro canto ha sido mordido
por
el cáncer de los barbados.
(De:
El incendio de las flores)
Genaro
Cahuana Orihuela (Huancarama-Tambo-Qorawiri-Apurímac) Vive en Abancay. Licenciado
en Educación Primaria (EBI), promotor cultural, músico de acordes andinos y
difusor acérrimo del idioma cósmico runasimi (quechua). Fundador y director del
Grupo de Teatro Experimental “Rimarisun”.
Integrante del Centro Andino de Educación y Artes Populares “Los ríos profundos”
(CANDEARP). Poemas suyos en español y en quechua han sido publicados en
diversas revistas del ámbito local, regional y nacional. Ha traducido algunas
obras del escritor y maestro Federico Latorre Ormachea, del español al quechua.
Recientemente publicó el poemario El incendio de las flores (Rupestre
Ediciones, Arequipa-Puno, 2018).
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