[...] "No cabe olvidar que la poesía no se compra ni se vende. La poesía se ama a sí mismo: es la Total Hermafrodita". (Huilo Ruales Hualca)
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Preludio para un preludio
Existen barcos llenos
de hombres vacíos que se dirigen a la nada,
rabia de la rabia acumulada llevan los hombres vacíos,
miedo como el miedo de no entender el miedo,
espadas
taciturnas,
fugaces,
como penes crucificados en la mitad de la luz del verano,
hombres solos que no han conocido el ácaro de la vida,
el altar como una bomba de palabras
donde antes reinaba la desidia,
hay hombres sobre la plancha de las naves, sobre el borde,
yéndose como si fueran valientes.
Pocos súbditos del incendio del aire logran atrapar
el colosal invento del animal cotidiano.
Pero hay, estos otros, que no son otros,
los últimos del agua, los perdidísimos en lo exacto,
hay hombres de la nada,
que se van antes de haberse ido, como un río sobre todas las cosas,
como ex amantes del odio,
superan la espuma, la pólvora, el miedo,
esa escarcha de la fragilidad que es la muerte única y libre
renaciendo en todo lo que tocan.
Son palabras al aire, panterita
cuando te quitas el disfraz de la seda y es la pólvora tu piel.
cuando me miras casi de lejos a medio metro y nunca
impones lo que siempre invocas.
cuando amanece todo al revés y sin embargo besas a los
hijos que jamás serán nuestros.
cuando repites el sacro pecado sin opción a pena de muerte
en el amor.
cuando haces finta a tu armadura antes de salir al sol, o al
abrazo de los extraños en la lluvia.
cuando sueñas desnuda y tu mano me aprieta fuerte desde
la prehistoria.
cuando te veo tan fuera de ti, panterita, que no quiero más
horca que la que merezco.
cuando yaces con la furia de la piel sobre el aire de mi lecho.
panterita.
Javier Lara Santos (Quito, 1978) Ha publicado el libro de poesía Del acabose (antología imaginaria) en el 2008. En el mismo año recibió el Premio Proyectos Literarios Nacionales del Ministerio de Cultura del Ecuador por su libro de cuentos Tratados de ociología.
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Las manos en la tumba
II
Cada uno de nosotros ha aprendido a vivir
con un lento cordaje de insomnio,
a respirar la exhalación final de los caídos,
a retozar sobre la piel degollada del muro.
Cada uno de nosotros
tiene el olor de las amapolas cuando se abren,
la respiración de un ojo desorbitado,
el sentido del odio y del hambre.
Cada uno de nosotros
tiene su risa como un tallo,
y sabe del rancio soplo y de la espera.
"Escúchenme", dije,
pero sus ojos no podían ya distinguir las sombras.
IV
Estamos aletargados.
Los monos se desperezan y son una sucesión de gritos
enfermizos.
Reaccionar es tan torpe como el suicidio.
Solo cuando un hombre gime,
vemos su dolor como en un espejo,
y cierta vergüenza nos envuelve como un humo.
Cada uno de nosotros está condenado a repetirse,
lo sabemos.
VI
Estamos deshabitados,
abandonados a una voluntad pusilánime.
¿Cómo habremos llegado aquí,
tan embotados de muerte?
"Morir es un arte", dije,
pero esa luz no era mía.
Santiago Vizcaíno (Quito, 1982) Ha publicado, en poesía, Devastación en la tarde (2008) y En la penumbra (2010). En ensayo tiene publicado: Decir el silencio. Aproximación a la poesía de Alejandra Pizarnik. Premio Nacional de Literatura 2008 (Ministerio de Cultura del Ecuador).
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Sincronismo
En este momento alguien sujeta una taza exactamente igual a la mía al otro lado del mundo. La sujeta y no veo su rostro, pero sí su acción, porque es igual a la mía, de este lado del mundo. Ambos la levantamos y le damos un sorbo al café, cuyo origen fue sembrado y cosechado en otra lado del mundo. Esta acción solitaria se multiplica, a la vez, en todas partes del mundo. Entonces, pienso, no estoy sola.
Llevo días desentendida del tiempo.
Aquí, en el Lejano Oeste,
las horas caminan distinto,
lentas como los pasos del forastero
que cruza Fountain Hills cada mañana.
El calor azota a todo el pueblo.
La gente insiste que debo aclimatarme,
que necesito permanecer en casa,
que Sonora no es broma,
que hay gente que ha muerto
por jugar en el desierto.
Yo los escucho en silencio
y sonrío desde mi banca.
A lo lejos un coyote aúlla.
Lo único que necesito
es mirar a los saguaros
coquetear con el polvo.
Ver como envejecen
los guardianes de la arena.
Todos me advierten
lo implacable que es el sol en Arizona.
Y tienen razón, es implacable,
pero es el único que me acompaña.
Midnight blues
A Mark Álvarez
Él extiende la noche con sus cantos
pues sabe que me iré a la madrugada
cuando espíritus de viejos lobos
vengan a buscarme nuevamente.
Entonces miraré de lejos
sus labios pálidos sobre la armónica
y un blues atravesará mi espalda
como un rayo que parte en dos
al cadáver que se niega a morir.
Carla Badillo Coronado (Quito, 1985) Poeta, narradora, periodista, traductora, viajera y bailarina de danza tradicional. Ganadora del Premio Nacional de Poesía "César Dávila Andrade" (2011) con su poemario Partituras Incompletas (apuntes de música y otras obsesiones). Asegura que en su vida pasada fue cantante de boleros en una cantina.
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