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HE VENIDO PORQUE TU GRATITUD ME CONVOCA



Poesía que va atizando el fogón donde hervirá el agua de nuestra memoria. Astillas que se elevan en la inmediatez del momento y, como luciérnagas, brillan para despedirse de este mundo. Así son los poemas de Víctor Salazar Yerén en Sobre la aldea; tiernos, melancólicos, con alegría de chivillo retozando en el monte y profundidad de ojo lechucero para descubrir nuestro vínculo con ese primer hábito que es la naturaleza (Paul A. Valenzuela Trujillo).


VINE AQUÍ

a despintarme de las manos las ciudades,

a reconocer lo primigenio de nosotros en cada

cierto hombre...

y ser parte

de los nacimientos asombrosos que a lo lejos nos

llegan enlatados.


Vine,

pero aún no he olvidado de donde vengo...


Por ello borroneo este camino.

Dejo abandonados mis zapatos.


5 (Aurahuá)


EL CIELO AZUL y despejado de Aurahuá,

has de saberlo, forastero,

entiende más que nadie a los forasteros...


Por eso llueve.


(Poemas para después del arado o cuatro harawis para Ita)


1

AMANECE Aurahuá en mi corazón.

Desde aquí todo el mundo se ve pequeño...


Solo mi corazón para ti es grande.


2

PORQUE para decir te amo

no me hace falta decírtelo dos veces.


Solo acostar tu pelo muy temprano por las noches,

solo despertar tu nombre muy temprano por las

mañanas.


(Antuco)


ANTUCO, miras con recelo la pelota,

aquella que encierra un mundo

que apenas si conoces.

El calor de este juego emparenta a los más

grandes.

Eres aún pequeño para estos inmensos campos.


Antuco, mira la pelota que ella también te mira.

Como los astros, ella te sonríe y canta.


(Chakraruna)


DE ELLOS nadie habla.

A lo lejos una que otra historia de caminos,

gordos ríos tras la mesa.


La naturaleza los reclama

y los lanza hacia los campos,

verdes, dulcísimos como ofrendas.


Y como reales dioses

nos saludan desde la mañana.


***

NO SUFRAS más forastero.

Deja de recorrer caminos presa del llanto entre

tanto cerro.


Encuentra en la pirca el sendero que te ha de

llevar a la mañana siguiente.


Recuerda, que este lugar es uno solo y

como tal su absolución es una sola:


                                                      Tu alegría.


(De: Sobre la aldea)


Víctor Salazar Yerén (Chincha Alta, 1981). Docente y escritor. Ha publicado los libros de poesía Frívola Musa (Cascahuesos editores, 2007); Canciones de hogar y otros poemas (Horfandía ediciones, 2008); Sobre la aldea (Lustra editores, 2011); Cuando al fin tu voz toque mi nombre (Nictálope editores, 2014); Quince poemas dispersos (PBC ediciones, 2018) y Toqra (Horfandía ediciones, 2019); así como las antologías El festín del Jaguar, Cien años de poesía en Chincha (2014); Un pueblo rumbo al sur, Apuntes para el estudio del cuento y el relato en Chincha (2016); y A orillas del río Ichu, Nueva antología de la narrativa breve huancavelicana (2016). Ha publicado, asimismo, rescates en torno a la obra de autores chinchanos, como son los libros: Carola Bermúdez de Castro, La sinfonía inconclusa (Nictálope editores, 2014) y Luis Schwarz Zuleta, El fauno bicorne (Horfandía ediciones, 2018). Dirigió el Fondo Editorial José María Arguedas y la colección Anqara en la provincia de Angaraes, Huancavelica, como una campaña en favor del libro y la lectura. Actualmente dirige la colección Cuadernos Escenciales, la cual se dedica al fomento de clásicos chinchanos vía Horfandía ediciones. Textos suyos pueden apreciarse en diversas publicaciones, entre ellas: Piel de Kamaleón; La manzana mordida; Lucerna; D’ Palenque y BIT; así como en la muestra poética Confesiones de un descreído.

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