Husmeando
entre algunos libros ofrecidos como pan caliente en una dominical feria
cachinera de la ciudad de los monumentos arqueológicos en vías de privatización,
encontré una edición sencilla y bien trabajada del poemario ganador del VII
concurso El Poeta Joven del Perú. Dicho reconocimiento fue otorgado en
aquella oportunidad a David Novoa Jiménez, destacado poeta de la generación del
noventa, natural del telúrico norte moche peruano. El libro en mención fue
publicado por la Municipalidad Provincial de Trujillo, como parte de su
colección homenaje al centenario de César Vallejo; envidia sana la que siento,
ya que en mi comarca andina ninguna autoridad edil, mucho menos regional,
entiende la importancia de una política cultural que implemente bibliotecas
municipales con el aporte de sus autores. “Itinerario del alado sin cielo” es
el título del libro, y desde el principio, una estela gris mugre nos va
conduciendo por las entrañas de la urbe decadente y monótona; extravío personal
donde lo único cierto y definitivo es la natural consciencia del fracaso. (Paul Valenzuela Trujillo)
***
Dos zapatos y un parque para caminar estas
tristezas
el
viento claro de las
cinco y media
un
papelucho
arrastra como una
bandera
y
mi alma lo
enarbola
una hilera de autos como un río
atraviesa
de
lado a lado
la ciudad
no puedo pensar
las calles me deparan sin piedad
el
agónico trajín de
un tiempo turbio
claxons
sucedieron a los gritos de la aves
usamos máscaras de carne y hueso y ojos
amarillos.
Veloces nubes espantosas viajan por el cielo
como
la sangre en
mis venas
cada esquina es un sueño que culmina y
se
inicia en otra
calle
hallo un árbol brindando sombra a los hombres
que vegetan
piedad por mí por estas alas
rotas
piedad
por este vuelo a ras del suelo
el viento claro de las cinco y media
tantas horas
caminando de ida o de regreso
sin
haber fugado o
vuelto nunca.
***
Palpo los fríos muros de la calle
cual la gruesa piel de un muerto
quebráronse las aceras bajo el rencor de
nuestros
pasos
deseo saber qué piensa quien transcurre
a mi lado
quizá me mire de reojo y
piense en qué piensa quien a su lado transcurre
entre rejas cuales garras de metal surgidas de
la tierra
cruzo plazas soleadas recorro estos caminos
que no son más que fugaces estelas de barco
que en aguas turbias se disipan.
Observo el trajín de lo sombrío veo un río
de gente con la vida ya vivida por sus muertos
confieso la aridez del orden cotidiano
tose un auto y arroja su último estertor
a la esencia de esta tarde recuerdo el futuro:
polvorientos vestigios que habrán de ser las
calles
el fragor de los motores de pronto mudos en las
fotos de un
museo y
en un gran cartel publicitario un ser bello
y gigantesco se arregla el fino traje indiferente
al tiempo y a los hombres que abajo caminábamos.
***
Presiento un ser dolido entre mis medias y mi
pelo
uno que
transcurre ajeno sobre
escombros
como duende sobre hojas que flotan en el charco
suaves hilachas de sol rozan mis hombros
cada casa es el podrido cascarón de un barco
encallado en el mar de gentes apretadas bajo el
cielo
sé que soy
libre que me fui y
no me he ido
que mis manos son el viento que levanta faldas
y
papeles que soy la cara
anónima que sólo
brinda a los mendigos frialdad
recelo.
Acorde con el tiempo mi corazón es una bomba
a punto de estallar giran las horas en las llantas
de los autos
y aferrado a un poste palanqueo al mundo
con el pie apoyado en la firmeza de mis sueños
si deshiciera un edificio piedra a piedra me
quedaría
con una flor
entre los dedos
y aferrado a su tallo como el náufrago al madero
el ocaso una venda ensangrentada atada a mi
cabeza
inicio en esta calle y
he de dar
mil vueltas
hasta
dejar redondo el
mundo entero.
David Novoa Jiménez (Casa Grande, Trujillo, La Libertad,
1968) Tiene estudios de Ingeniería Industrial y
Ciencias de la Comunicación. Fue editor de las SUMAS VOCES y CONTEMPO, sólo
para dioses. Publicó los libros de poesía Itinerario
del Alado sin Cielo, Libro de la
Incertidumbre y La Voz de el Loco. Como periodista
publicó Conversaciones con Daniel
F: La verdadera historia de Leusemia. Fue director del refugio para animales
silvestres en la campiña de Moche, significativo proyecto donde se curaban,
cuidaban y alimentaban a diversos especímenes que llegaban en condiciones
lamentables, creando una verdadera consciencia ambiental en los ciudadanos.
Actualmente realiza performances y cuenta cuentos en diferentes ámbitos
del país.
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